Aunque el hombre trata de protegerse siempre de todos los peligros que podrían acecharle, hay ocasiones en las que la naturaleza se toma cierta revancha por todo el daño que le han hecho en estos últimos tiempos. Vendavales, tormentas, tempestades, terremotos… Las formas son muy diversas. Sin embargo, detrás de algunas de estas tragedias y catástrofes naturales también está la mano del hombre. Los incendios, por ejemplo, son en su mayoría provocados, y devastan muchísimas hectáreas de terreno. Detrás está la mano del hombre, de manera fortuita o pirómana.
Y eso es lo que parece haber ocurrido en las últimas semanas en Gran Canaria, una de las islas más grandes del archipiélago canario, un auténtico paraíso durante todo el año que en verano además se llena de turistas deseosos de disfrutar de su clima ecuatorial más templado y de sus playas tropicales. Sin embargo, en este verano ese paraíso se ha convertido en un infierno por culpa de un incendio que se ha llevado por delante miles de hectáreas de terreno y que ha obligado a evacuar a más de 10.000 personas, llegando a ser el más devastador de toda la historia de las islas.
El fatídico incendio de 2007
Por desgracia, los canarios ya tienen experiencia en este tipo de eventos. En el año 2007, también en verano, unas cerillas provocaron un incendio de proporciones catastróficas, que se consideraba el más grande de la isla hasta el de este año. Fue provocado por la ineptitud de un vigilante forestal que pretendía protestar por su contrato y mejorar sus condiciones a través de la quema controlada de ciertos rastrojos. Sin embargo, aquella situación se le fue de las manos y acabó por originarse un auténtico infierno que pudo acabar en tragedia.
Con miles de hectáreas calcinadas, más de 80 casas sucumbieron también al fuego, después de haber sido desalojadas por fortuna. Más de 3.000 personas tuvieron que abandonar sus hogares, y se movilizaron casi a 1.000 efectivos para frenar el incendio, que estuvo activo por varios días con diversos frentes muy complicados de controlar, por culpa del viento imperante en aquel momento y de lo seca que estaba toda la zona de flora en aquel lugar, lo que hizo que el fuego avanzara más rápidamente y cogiera incluso más fuerza.
El incendio de 2019 quemó zonas que ya se quemaron en 2007
Hay zonas en las que parece que la desgracia se ceba con sus habitantes, y Gran Canaria ha sido una de ellas en este último verano. Algunas de las zonas afectadas por el incendio ya habían ardido doce años antes, en 2007. Las poblaciones de San Bartolomé de Tijarana, Tejada y Mogán se vieron afectadas por ambos grandes incendios, resultando muchas de sus casas calcinadas, y sus familias desalojadas, en una situación que ya vivieron una década atrás, con toda la desesperación que eso supone, para tener que empezar siempre de nuevo.
La situación se agrava al saber que desde 1991 han sido varios los incendios que han afectado a estas poblaciones, y la mayoría de ellos intencionados. Da que pensar en los posibles intereses ocultos que pueden llevar a cualquier pirómano a quemar una extensión de bosque tan importante, hasta el punto de poder afectar a poblaciones enteras y arriesgar las vidas de mucha gente. Son muchos los que apuntan a que las leyes antincendios deberían ser más duras, especialmente en este tipo de lugares que parecen más proclives para estos siniestros.
El incendio de Gran Canaria empezó en Valleseco
El origen del incendio es una de las primeras cosas que se investiga para saber dónde y sobre todo cómo se originó el fuego. En este caso, parece que el incendio comenzó en Valleseco, una población cercana a las ya nombradas anteriormente, y se propagó rápidamente por toda la isla. Fue iniciado a las 16:00 horas de un sábado, uno delos momentos más críticos para iniciar uno de estos incendios puesto que en muchas ocasiones, durante el fin de semana, los efectivos para frenarlo están bajo mínimos. Como consecuencia, en tan solo un día el incendio arrasó más de 6.000 hectáreas de terreno.
Durante ese primer fin de semana, el incendio siguió avanzando sin posibilidad de ser controlado, a pesar de que había efectivos tanto canarios como llegados desde todos los puntos de España trabajando día y noche en su control y su extinción. El viento y la problemática de las hojas y árboles secos propicia normalmente que el incendio se salga de control y resulte mucho más complicado conseguir detenerlo, especialmente cuando ya ha tomado mucha fuerza, después de las primeras horas.
Incendios vinculados al cambio climático
Desde el momento en el que se originó y se descontroló el incendio, muchos ya apuntaron a una virulencia especial y muy destructiva, algo que jamás se había visto anteriormente. Esto derivaba en muchos problemas para conseguir controlar aquel incidente, que algunos catalogaban más como tormenta de fuego que como incendio. Su rápida expansión se debió a la presencia de rastrojos en muchas zonas, no solo naturales, sino también de viviendas, solares y corrales. Según los propios miembros de Emergencias de la isla, hoy por hoy es inviable limpiar todo el territorio, y eso hace que al suceder estos incendios sean más grandes.
El cambio climático también tiene que ver, según los que han visto arder ya muchas veces este territorio. Por culpa de los cambios en las temperaturas y en la sequedad de los árboles y los rastrojos, el fuego pueden imponerse con facilidad y se expande de una forma mucho más rápida. Actualmente, no solo arde Gran Canaria, sino que también lo están haciendo grandes extensiones de miles de hectáreas en el Amazonas y Siberia, de una forma similar, descontrolada y muy virulenta.
Áreas afectadas por el fuego
Las principales áreas donde ha afectado este incendio se encuentran en el norte dela isla, habiéndose iniciado en Valleseco, y expandiéndose sobre todo hacia el oeste, afectando así a todo el término de ese municipio, además de al de Cazadores y al de Artenara, donde el foco del incendio sí se pudo controlar en pocos días. A pesar de aquello, muchas poblaciones fueron evacuadas por precaución, para no exponer al peligro a sus habitantes.
Hablamos de Valleseco, por supuesto, pero también de Calderos o Agaete, además de otros municipios algo más alejados como Gáldar, Moya, Guía, Firgas, San Mateo y Tejada, en donde muchos de sus habitantes pasaron al menos una noche fuera de casa mientras los especialistas trataban de mitigar la fuerza de las llamas justo antes de que inundaran sus casas y domicilios. El hecho de que haya tantas pequeñas pedanías y poblaciones dispersas por esa zona tampoco ayudaba demasiado.